La transición hacia una cultura socialmente responsable será real o no será.
Opinión
«Después de una pandemia, el nuevo mundo no surgirá por arte de magia.
Habrá que pelear por el».Neal Ascherson, periodista y escritor.
Opinión por: Cristian Diaz.
Poco más de un año fue suficiente para que las sociedades del mundo entendieran que los cambios, en todas sus vertientes, (económico, psicológico, social, filosófico, político, etc) pueden gestarse y palparse incluso detrás de un monitor o un smartphone; alejados pero hiperconectados entre discursos demagogos en medio de una pandemia mundial.
El involucramiento de consumidores y usuarios dió paso a manifestaciones on y offline en todo el globo, con un sinfín de señalamientos a marcas e instituciones que apostaron por levantar sus banderas en diversos momentos solo para ser vistos: pinkwashing, greenwhasing, rainbowwashing, fueron tan solo algunos de los términos que hoy ya son parte de la cultura (y de la cancelación que vemos y vivimos cada día).
Decir que una marca o institución es socialmente responsable hoy ya no dice mucho de ella, el compromiso por un cambio social y cultural que apueste por verdaderas herramientas de transformación allá afuera, deben estar integradas, ser de raíz y estar en evaluación permanente y constante, sobre todo para validar las teorías y suposiciones que pueden o no cambiar en el transcurso de su implementación.
Para entender cómo actuar y sumar, debemos primero alinear los valores reales que definen a cada marca dentro de su ADN con los discursos y movimientos con los que coincide.
En Sarape Social creemos que deben cumplirse 3 condiciones que determinan y enrutan a resultados reales:
1. No solo es un tema de comunicación, cada acción debe formar parte de una solución integral dentro de un plan completo.
Si no podemos ver el contexto real de la problemática con todas sus aristas, las “estrategias” en realidad solo son acciones aisladas: una donación, una campaña digital o un filtro de Instagram; ninguna solucionarán el problema de fondo.
2. Es necesario integrar áreas, departamentos y socios, no solo acciones.
El seguimiento al ser integral requiere de involucramiento constante; contar con áreas y equipos de trabajo especializados en los temas a abordar y entender, facilitan su empuje y cohesión con toda la empresa y sus comunidades.
Además de ofrecer una solución integral que aporte valor a la problemática se debe sumar una medición puntual sobre el impacto generado y mantener una narrativa que sensibilice y concientice a todas las personas desde una perspectiva de intervención social y no de asistencialismo.
3. Las organizaciones y marcas están hechas por personas, en ellas recaen las causas, no en las marcas, estas solo son aliadas.
Son las personas comprometidas quienes le dan sentido a una causa; existe una línea muy delgada entre acompañar un movimiento y querer liderarlo, con expertise, análisis y entendimiento de nuestras audiencias, se delimita este camino, donde el sentido común a veces no es tan común.