COMBATIR LA DISCRIMINACIÓN Y PROMOVER LA DIVERSIDAD DESDE LOS ESPACIOS PÚBLICOS

Diversidad
27 de junio del 2024

Opinión por: Sergio Andrade Ochoa

El espacio público, a primera vista, parece un terreno neutral donde todas las personas pueden coexistir libremente. Sin embargo, para la comunidad LGBTIQ+, estos pueden ser un entorno hostil en donde existe la discriminación y el miedo. 

A estas alturas no debería caber duda, nuestras percepciones de seguridad y peligro influyen en nuestra relación con el entorno urbano y el uso del espacio público. Las percepciones subjetivas moldean nuestras experiencias y limitan nuestra libertad de movimiento en la ciudad.

Estas percepciones están influenciadas por una variedad de factores, como la criminalidad, la iluminación, la presencia de personas desconocidas y la apariencia física del entorno. A todo lo anterior, para las personas que orbitamos fuera de la heteronorma se suma el miedo a la discriminación por (simplemente) existir en el ámbito público. Como resultado, ciertas áreas pueden ser percibidas como seguras mientras que otras son evitadas debido a la sensación de peligro.

Las personas tienden a evitar áreas que perciben como peligrosas, lo que puede llevar a la exclusión de ciertos grupos de la sociedad, especialmente aquellos que hemos sido minorizados. Esto puede limitar el acceso a servicios y oportunidades, así como restringir la participación en actividades recreativas y sociales, e incluso, la limitación de expresar afectos.

Las percepciones de peligro y discriminación pueden llevar a la construcción de barreras físicas y psicológicas que dividen el espacio urbano. En este sentido, la violencia contra la comunidad LGBTIQ+ en el espacio público es una realidad. 

Desde insultos homofóbicos hasta agresiones físicas, los individuos LGBTIQ+ a menudo enfrentan el riesgo de ser atacados simplemente por ser quienes son. Esta violencia y odio crea un ambiente de miedo y ansiedad, haciendo que muchos miembros de la comunidad se sientan inseguros al simplemente caminar por la calle o utilizar espacios públicos como parques o plazas.

Lo que necesitan es un hombre de verdad le gritaron a Karla Arvizo por demostrarle afecto a su novia en el espacio público, seguido por señas y gestos sexuales como sujetarse los genitales masculino. 

“¡No queremos putos aquí!” fue la expresión con la que expulsaron a una pareja de hombres que caminaban tomados de la mano. Estas fueron algunas de las anécdotas vertidas en el Panel de Espacio Público y Diversidad Sexual organizado por el Laboratorio Urbano Ye’emana. El miedo generado por la violencia y la discriminación tiene un impacto significativo en la forma en que la comunidad LGBTIQ+ utiliza el espacio público. Muchos evitan ciertos lugares o modifican su comportamiento para evitar conflictos. Esto puede limitar su libertad de movimiento y su capacidad para participar plenamente en la vida pública. El miedo también puede llevar a la auto-censura, donde las personas de la comunidad se sienten obligadas a ocultar su identidad para protegerse a sí mismos, mimetizarse en la masculinidad” dicen, lo cual es una forma de opresión psicológica.

“Salí del closet para entrar al antro y cuando salgo del antro me incorporo al closet” es una realidad cotidiana en muchas ciudades, explica el Centro Humanístico de Estudios Relacionados con la Orientación Sexual, pues ante la ausencia de libertades públicas el miedo no permite a muchas personas de la comunidad ser quienes son en el ámbito social.

Las barreras físicas y culturales que dificultad el pleno reconocimiento en el entorno urbano ha generado espacios segregados invisibles. Es bien sabido, en cualquier ciudad existen calles, parques o plazas en donde la comunidad LGBTIQ+ legitima sus prácticas, sus corporalidades y su apropiación del espacio urbano. 

Aunque son pequeñas grandes victorias, también es destacable que en muchas ocasiones estos espacios por lo general cuentan con carencias de alumbrado público, en las periferias y/o fuera de la vista de lo normativo.

¿Esta territorialización del espacio suma desigualdades y la discriminación o fortalece la autonomía espacial de la diversidad? 

Fomentar un uso más equitativo y seguro del espacio público es crucial, para ello hay que cuestionar las barreras físicas y culturales, abordar las percepciones de peligro y mejorar la calidad de vida en todas las áreas urbanas. Esto puede implicar medidas como el aumento de la iluminación, la mejora de la vigilancia comunitaria, la implementación de políticas de diseño urbano orientadas a la seguridad y la promoción de la diversidad y la inclusión en la planificación urbana. Al hacerlo, podemos crear ciudades más acogedoras y accesibles para todos sus habitantes, donde la geografía del miedo ya no sea un obstáculo para la plena participación en la vida pública de ninguna población minorizada y donde cualquier persona pueda expresar cariño, ternura o afectividad de manera pública y segura.

Comparte esta entrada:
Sarape Social