Cómo reactivamos un Centro Cultural en el Centro Histórico de Guadalajara

Escrito por Mónica Lira y Karla Oceguera.

Salimos de la carrera deseando cambiar el mundo, convencidas de que la cultura era el medio ideal para hacerlo, confiando en su alcance y capacidad de transformar realidades por medio de creaciones, encuentros y diálogos que se entablan a través de propuestas artísticas. Reconocíamos (y lo seguimos haciendo) el poder de cohesión y al mismo tiempo la movilidad que la cultura genera dentro de una sociedad. Una complejidad, libre y creativa, que entendíamos desde las aulas y/o proyectos pilotos.

Por azares del destino, coincidimos en Sarape Social, un espacio flexible y abierto, que nos pareció el lugar indicado para acercarnos a nuestros sueños guajiros. Se hablaba de intervenciones comunitarias, procesos participativos y proyectos sociales que calentaron nuestras ansias y deseos de colaborar cuanto antes en alguno de ellos.

Un nuevo proyecto llegó a las oficinas de Sarape y nosotras tuvimos la oportunidad de sumergirnos en su desarrollo: El Patronato del Centro HistóricoBarrios y Zonas Tradicionales de la Ciudad de Guadalajara buscaba desarrollar un plan de trabajo que reposicionara al Centro Histórico dentro de la mira de la ciudad, esto por medio de actividades que permitieran el involucramiento y la participación de las personas que lo habitan y lo visitan, buscando principalmente el fortalecimiento de la comunidad inmediata del Patronato. Fue así que comenzamos a trabajar dentro del “corazón de la ciudad”.

Nos maravillaba la idea de poder transmitir ese cariño y esa nostalgia que el Centro producía en nosotras, de poder lograr que la gente apreciara tanto como nosotras todos esos rincones fantásticos y llenos de historia, y sobre todo nos emocionaba la ilusión de poder contribuir a hacer del centro un lugar mejor a partir de cosas que construyeramos en común, tanto con sus habitantes, como con otros de sus amantes nostálgicos.

Como todo proceso social y/o cultural, este proyecto ha estado en un constante flujo dinámico, así como nuestro proceso de aprendizaje a la hora de diseñar cada una de las activaciones culturales gestionadas para el Patronato. Pasamos de actuar desde lo que nuestra intuición y nuestro bagaje académico nos dictaba, de lo que los fabulosos teóricos de la gestión cultural proclaman desde contextos casi siempre distintos al nuestro, hasta llegar a los procesos participativos que se nos pintan siempre tan ideales y efectivos sólo para recordarnos que no existe una fórmula perfecta para hacer las cosas, sino que se trata de probar siempre distintas maneras según las necesidades cambiantes de cada proyecto.

Image for post

Nuestro primer paso fue salir a las calles del Centro Histórico para platicar con sus habitantes casa por casa; les preguntamos acerca de sus inquietudes, intereses y principales problemáticas con el fin de realizar un sondeo entorno al estado del tejido comunitario existente, así como para identificar si existía una comunidad artística activa con proyectos que pudieran ser vinculados con el Patronato para poder trabajar en conjunto por un mejor Centro Histórico.

La respuesta no fue tan abierta como lo esperábamos y eso nos consternó un poco al principio, pero tras aterrizarlo y poner en perspectiva la realidad social del territorio en el que trabajamos, entendimos que hace falta más que sólo ofrecerles actividades, hay todo un trabajo detrás que implica vincularse verdaderamente con la comunidad, conocer desde dentro sus necesidades y aspiraciones para poder trabajar juntosy eso toma tiempo y constancia.

Image for post
Curso de yoga en el Patronato del Centro Histórico

Tras esta reflexión, decidimos acercarnos de otra forma a la población: por medio de sus líderes vecinales, considerando que son puntos de confianza para los habitantes y teniendo en mente que dichos puntos cuentan con un sistema ya establecido, el cual nos serviría como guía para la gestión de nuevas activaciones.

En este acercamiento los vecinos del Santuario fueron quienes mostraron mayor interés y disposición, invitándonos a participar en sus reuniones vecinales, permitiéndonos compartirles más de cerca lo que estábamos buscando y retroalimentando nuestro trabajo con sus opiniones y propuestas para la generación de activaciones que coadyuvaran a la solución de sus principales problemas y preocupaciones como comunidad.

Image for post
Inauguración de la exposición “La ciudad de las rosas”

Esta etapa del proceso nos parece una de las más valiosas y rescatables dentro de este plan de trabajo, ya que es a partir de este diálogo que se establecen actividades que puedan ser relevantes para los habitantes de la zona y contribuir a un desarrollo colectivo que busque el beneficio común. Es justamente desde esta línea desde donde deseamos continuar nuestra gestión para lo que resta del proyecto.

Hoy más que nunca, tenemos claro tres puntos esenciales para el desarrollo de un proyecto comunitario:

  • Pregunta y escucha. Parece obvio, pero muchas veces lo pasamos por alto. Ante todo proceso comunitario hay que aprender a preguntar primero, escuchar a la gente y sobre todo realizar un buen trabajo de vinculación con la comunidad, finalmente nosotros fungimos sólo como un detonante para que las cosas sucedan.
  • No hay esfuerzos perdidos. A pesar de que hay acciones que a veces sentimos que pasan en balde, de toda experiencia queda aprendizaje.
  • No existe una fórmula perfecta. Cada proyecto es diferente, lo interesante es explorar y ser capaces de probar las formas que sean necesarias para cumplir con nuestros objetivos.

Desde el inicio hasta el día de hoy, nuestro ideal de la transformación social por medio de la cultura ha evolucionado, siendo palpable y aún más complejo de lo que creíamos, diluyéndose y transformándose entre cada nueva activación cultural, entre cada acercamiento con vecinos. Una realidad que no deja de moverse, inquieta y, principalmente, viva.

Image for post
Recorrido botánico en el Centro Histórico.